La
pequeña miraba con asombro a su padre y compañeros. Estaban fuera del cuartel,
junto a la carretera, vitoreando sin cesar a los escapados de la Vuelta Ciclista
a España.
-No
quiero ser mayor nunca, pero nunca –le dijo a su hermanita dándole las pipas
que había pelado para ella.- Se escapan, no esperan a que cuenten hasta tres y
luego les aplauden. Si yo me escapo en una carrera la profesora me coge de una
oreja y me lleva al principio…
Le
habían gustado más las carreras de motos, Ángel Nieto no había hecho trampas.
El circuito con paja en las curvas por si se caía… eso sí lo entendía. Aunque
ella soñaba con que la llevaran a la feria para montar en El tren de la bruja.
En algún rincón de mi alma aún conservo la
inocencia de aquella niña. El sentido del humor llegó siendo adulta.
¿Se podía vivir esa magia otra vez? ¿Con
las hermanas Colombinas, el gusano loco, la ola, los coches de choque, la
charlotada?
¿Se puede volver a tocar la magia, el
pasado?
¿Mi pasión por los caballos?
En la literatura.
Y eso hice…
¿Pero de dónde y cómo surge el guardia
civil, la ETA? ¿El paseo por la Guadalajara del siglo XIV? ¿El oro de Moscú…?
Bueno, yo nací en la casa cuartel de
Aranzueque (Guadalajara); en otras circunstancias de vida creo que hubiera sido
guardia civil, aunque no fue hasta 1988 cuando por primera vez se pudieron
presentar las mujeres a los procesos de selección para acceder a la Guardia
Civil. Por eso decidí ser un hombre en mi novela, echar mano de mis recuerdos y
documentarme.
Adoro los retos y narré casi todo en
primera persona.
Pienso que es fundamental que las jóvenes generaciones, tanto vascas como
españolas, sepan de lo ocurrido durante los años de plomo y después. No se
trata de vivir anclados en el pasado, en el odio. Pero tampoco se trata de
pasar atropelladamente la página de ETA.
Por
solidaridad, empatía… o simple y llanamente porque los crímenes que cometieron
no han prescrito. Ni emocional ni legalmente.
Que ¿de dónde surge la ETA? Esa vendría
a ser la pregunta del millón. Pero si se cuentan las cosas, se cuentan bien.
Desde el principio. Indirecta ninguna, soy muy directa.
Pasé los primeros años de mi infancia en
el Cuartel de Globos. El cuartel es el Alcázar
Real de Guadalajara, pero eso antes no se sabía.
Fue don Francisco Layna Serrano quien
empezó a decir que había un Alcázar en Guadalajara allá por los 60. Pero se
tuvo que esperar hasta el 2005 para que comenzaran
las primeras excavaciones en el patio central, y poder confirmar la existencia
del crucero y su alberca. Hoy se sabe que es “un precedente” de la Alhambra de Granada.
El Alcázar de
Guadalajara, desconocido y abandonado monumento, data del siglo XIII y tuvo
actividad, al menos, hasta el año 1936 porque con la Guerra Civil quedaría
destruido…
¡Aja…!
Y ahí me até. A lo
absurdo, cabos sueltos y documentación que deja una guerra.
A estudiar los orígenes de mi ciudad; a
compartir ‘mi’ cuartel, y a deslizarme por la belleza y misterio del Alto Tajo.
A buscar la sonrisa del lector.
O como diría el guardia civil Miguel
Genaro Sotoca, protagonista de la novela,
‘De Madrid al cielo y luego a Moscú’.
Agradecer
a Jesús de Andrés - Director de la
UNED Guadalajara- por su minuciosa y
cuidada corrección.
A José Serrano Belinchón, Francisco García
Marquina, Rafa León y Luis Monje Arenas, por sus instructivas y certeras sugerencias.