El cacareado oro de Moscú aparece en Guadalajara el mismo día que Carrero Blanco vuela por los aires en Madrid.

¿Y si todos guardáramos en nuestra mente ese sentimiento y esa risa que nos ayudaron a vivir?

Un joven guardia civil llega al emblemático Cuartel de Globos en junio de 1973. Pronto acaba enamorado de una alcarreña, de los caballos que allí hay, de las murallas rotas del cuartel y de las estrellas, pero no de las que se cuelgan en el uniforme sino de las del cielo para disgusto de su padre, el coronel Genaro Robles Durante las Fiestas de Guadalajara se enfrenta a su primer caso adentrándose en la etnia gitana. Unos singulares gitanos que rondarán toda la historia.

Con el atentado del almirante Carrero Blanco y la aparición del oro de Moscú, la novela se dispara con acontecimientos tan divertidos y surrealistas como dramáticos. Hasta la mañana de año nuevo de 1975 en la que todo cambia de una manera brutal.

En mitad de la historia la autora, en su osadía, se atreve a revelarle un breve secreto al lector. Para ello le traslada al siglo XIV, al Alcázar Real de Guadalajara.

jueves, 9 de mayo de 2019

martes, 5 de junio de 2018

Prólogo de la autora y agradecimientos.-


La pequeña miraba con asombro a su padre y compañeros. Estaban fuera del cuartel, junto a la carretera, vitoreando sin cesar a los escapados de la Vuelta Ciclista a España.
-No quiero ser mayor nunca, pero nunca –le dijo a su hermanita dándole las pipas que había pelado para ella.- Se escapan, no esperan a que cuenten hasta tres y luego les aplauden. Si yo me escapo en una carrera la profesora me coge de una oreja y me lleva al principio…
Le habían gustado más las carreras de motos, Ángel Nieto no había hecho trampas. El circuito con paja en las curvas por si se caía… eso sí lo entendía. Aunque ella soñaba con que la llevaran a la feria para montar en El tren de la bruja.


En algún rincón de mi alma aún conservo la inocencia de aquella niña. El sentido del humor llegó siendo adulta.
¿Se podía vivir esa magia otra vez? ¿Con las hermanas Colombinas, el gusano loco, la ola, los coches de choque, la charlotada?
¿Se puede volver a tocar la magia, el pasado?
¿Mi pasión por los caballos?
En la literatura.
Y eso hice…
¿Pero de dónde y cómo surge el guardia civil, la ETA? ¿El paseo por la Guadalajara del siglo XIV? ¿El oro de Moscú…?


Bueno, yo nací en la casa cuartel de Aranzueque (Guadalajara); en otras circunstancias de vida creo que hubiera sido guardia civil, aunque no fue hasta 1988 cuando por primera vez se pudieron presentar las mujeres a los procesos de selección para acceder a la Guardia Civil. Por eso decidí ser un hombre en mi novela, echar mano de mis recuerdos y documentarme.
Adoro los retos y narré casi todo en primera persona.
Pienso que es fundamental que las jóvenes generaciones, tanto vascas como españolas, sepan de lo ocurrido durante los años de plomo y después. No se trata de vivir anclados en el pasado, en el odio. Pero tampoco se trata de pasar atropelladamente la página de ETA.
Por solidaridad, empatía… o simple y llanamente porque los crímenes que cometieron no han prescrito. Ni emocional ni legalmente.
Que ¿de dónde surge la ETA? Esa vendría a ser la pregunta del millón. Pero si se cuentan las cosas, se cuentan bien. Desde el principio. Indirecta ninguna, soy muy directa.

Pasé los primeros años de mi infancia en el Cuartel de Globos. El cuartel es el Alcázar Real de Guadalajara, pero eso antes no se sabía.
Fue don Francisco Layna Serrano quien empezó a decir que había un Alcázar en Guadalajara allá por los 60. Pero se tuvo que esperar hasta el 2005 para que comenzaran las primeras excavaciones en el patio central, y poder confirmar la existencia del crucero y su alberca. Hoy se sabe que es “un precedente” de la Alhambra de Granada.
El Alcázar de Guadalajara, desconocido y abandonado monumento, data del siglo XIII y tuvo actividad, al menos, hasta el año 1936 porque con la Guerra Civil quedaría destruido…
¡Aja…!
Y ahí me até. A lo absurdo, cabos sueltos y documentación que deja una guerra.
A estudiar los orígenes de mi ciudad; a compartir ‘mi’ cuartel, y a deslizarme por la belleza y misterio del Alto Tajo.
A buscar la sonrisa del lector.
O como diría el guardia civil Miguel Genaro Sotoca, protagonista de la novela,  ‘De Madrid al cielo y luego a Moscú’.

Agradecer a Jesús de Andrés - Director de la UNED Guadalajara-  por su minuciosa y cuidada corrección.
A José Serrano Belinchón, Francisco García Marquina, Rafa León y Luis Monje Arenas, por sus instructivas y certeras sugerencias.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Cuando




Creo yo que la mayor baza es la perspectiva de la autora siendo hija de un guardia civil, y habiendo pasado parte de su infancia en el Cuartel de Globos. 

Una noche



“-¡Alfonso XIII! –dijo la gitana en jarras desde el dintel de la puerta.
-Y Napoleón Bonaparte ¡Buenos días, María de las Begoñas! –saludé- ¿Qué te trae por aquí?
-¿Dónde está Alfonso XIII?
-¿Es una adivinanza? ¿Tiene algo que ver con tus hermanos? –pregunté.
-¡La última vez! ¿Dónde está Alfonso XIII?
-Muerto, pero ahora no recuerdo dónde le enterraron.
La gitana palideció y se sentó en una silla. Dejé los papeles y me aproximé a ella.
-Pero hace siglos… -me agaché-. A ver, María ¿por qué te interesa ahora tanto la Historia?
-¿Qué historia ni qué ocho cuartos? Alfonso XIII tiene que dar la cara.

Aquella conversación de besugos me asfixiaba. Estaba sudando. Me puse de pie, fui hacia la cafetera y me serví un café frío con hielo. Di un sorbo largo y la miré. El pelo ondulado le sentaba de maravilla, sus ojazos negros esperaban una respuesta.

-Empezamos. ¿De qué hablas? –pregunté.
-De tu amigo. Alfonso XIII.
-¿Mi amigo…? Anda coño es verdad, el Culebra se llama Alfonso Trece. Y qué pasa con mi amigo.
-¡Que me ha dejado preñada!”


Quizás



“Las estrellas auguraban el tiempo de siembra y ese año habría buena cosecha.


Nestor Do Santos era un joven astrónomo de ascendencia árabe, y el sobrino del abad. Nacido en Portugal, llevaba tres años trabajando en Toledo. Acudía todas las primaveras al Monasterio de Pelayos para avisarles del tiempo de cosecha, examinar su preciado códice de las estrellas y huir por un tiempo de la frivolidad que encontraba en las mujeres, la fastuosidad y pompa de la nobleza, y de la corte. Su tío y el silencio, le daban la paz que necesitaba. Aunque era de poco aguantar. Por eso le gustaban las estrellas, porque siempre estaban ahí… y porque después de morir volvían a nacer. “

Sin duda



Amena, divertida, dramática, y cabalmente impredecible. Con la aparición del oro de Moscú en las caballerizas del Cuartel de Globos, la novela se convierte en una singular peripecia que trata de suavizar los hachazos que la ETA comete a lo largo de los años.