El cacareado oro de Moscú aparece en Guadalajara el mismo día que Carrero Blanco vuela por los aires en Madrid.

¿Y si todos guardáramos en nuestra mente ese sentimiento y esa risa que nos ayudaron a vivir?

Un joven guardia civil llega al emblemático Cuartel de Globos en junio de 1973. Pronto acaba enamorado de una alcarreña, de los caballos que allí hay, de las murallas rotas del cuartel y de las estrellas, pero no de las que se cuelgan en el uniforme sino de las del cielo para disgusto de su padre, el coronel Genaro Robles Durante las Fiestas de Guadalajara se enfrenta a su primer caso adentrándose en la etnia gitana. Unos singulares gitanos que rondarán toda la historia.

Con el atentado del almirante Carrero Blanco y la aparición del oro de Moscú, la novela se dispara con acontecimientos tan divertidos y surrealistas como dramáticos. Hasta la mañana de año nuevo de 1975 en la que todo cambia de una manera brutal.

En mitad de la historia la autora, en su osadía, se atreve a revelarle un breve secreto al lector. Para ello le traslada al siglo XIV, al Alcázar Real de Guadalajara.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Quizás



“Las estrellas auguraban el tiempo de siembra y ese año habría buena cosecha.


Nestor Do Santos era un joven astrónomo de ascendencia árabe, y el sobrino del abad. Nacido en Portugal, llevaba tres años trabajando en Toledo. Acudía todas las primaveras al Monasterio de Pelayos para avisarles del tiempo de cosecha, examinar su preciado códice de las estrellas y huir por un tiempo de la frivolidad que encontraba en las mujeres, la fastuosidad y pompa de la nobleza, y de la corte. Su tío y el silencio, le daban la paz que necesitaba. Aunque era de poco aguantar. Por eso le gustaban las estrellas, porque siempre estaban ahí… y porque después de morir volvían a nacer. “

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